El avión de ida estaba bastante cochambroso, la tapicería de los asientos más sobada que la pipa de un indio y los gadgets (puerto USB, entradas para auriculares y las propias pantallas de entretenimiento... la mía estaba sujeta con un tope de cartón...) defectuosos en su mayoría. Para colmo, mi asiento de ventanilla NO tenía ventanilla. Lo bueno fue el espacio entre las piernas y la comida no estaba mal.
El caso es que el vuelo era nocturno y conseguí dormir a ratos porque la postura no era muy cómoda. Lo que nos pareció un lujazo fue tener vuelo directo... qué gusto no tener que coger otro avión!!
Al llegar al aeropuerto Indira Gandhi hicimos las gestiones pertinentes (que os explico en el post de preparativos) y una vez recogidas nuestras mochilas, fuimos en busca de nuestro conductor.
En primer lugar cambiamos algo de dinero en el aeropuerto para los dos primeros días en Delhi, ya que después continuaríamos hacia Nepal.
Para nuestros primero días en Delhi elegimos alojarnos en la zona de Main Bazaar, muy céntrica y popular entre los mochileros. El alojamiento que escogimos fue el hostel Smyle Inn y decidimos contratar el transfer con ellos. Creo que fue un acierto porque pagamos el equivalente a 7 euros. El hostel nos mandó instrucciones muy concretas para localizar a nuestro conductor. Nos dijo que llevaría un cartel con nuestro nombre y que cuando nos aproximásemos a él, nos tendría que dar la clave.... "Black Forrest"!!! Que no nos fuésemos con nadie que no dijera la clave correcta, increíble. También que no aceptásemos que nuestro conductor nos exigiese propina y que informásemos en caso de que lo hiciera.... Con estas instrucciones ya te quedas mosqueado con lo que te vas a encontrar!!
Con los bolsillos llenos de rupees, nos dispusimos a buscar al conductor y sorpresaaaa!! No estaba por ningún lado. Así que decidí llamarle al teléfono que nos habían dado y busqué una cabina. Encontré unos teléfonos públicos y aquel fue el primer timo que sufría nada más llegar a India. Los teléfonos en cuestión eran terminales fijos como los que teníamos antiguamente en las casas en España, con el auricular unido al cuerpo del teléfono por un clave en espiral
En primer lugar cambiamos algo de dinero en el aeropuerto para los dos primeros días en Delhi, ya que después continuaríamos hacia Nepal.
Para nuestros primero días en Delhi elegimos alojarnos en la zona de Main Bazaar, muy céntrica y popular entre los mochileros. El alojamiento que escogimos fue el hostel Smyle Inn y decidimos contratar el transfer con ellos. Creo que fue un acierto porque pagamos el equivalente a 7 euros. El hostel nos mandó instrucciones muy concretas para localizar a nuestro conductor. Nos dijo que llevaría un cartel con nuestro nombre y que cuando nos aproximásemos a él, nos tendría que dar la clave.... "Black Forrest"!!! Que no nos fuésemos con nadie que no dijera la clave correcta, increíble. También que no aceptásemos que nuestro conductor nos exigiese propina y que informásemos en caso de que lo hiciera.... Con estas instrucciones ya te quedas mosqueado con lo que te vas a encontrar!!
Con los bolsillos llenos de rupees, nos dispusimos a buscar al conductor y sorpresaaaa!! No estaba por ningún lado. Así que decidí llamarle al teléfono que nos habían dado y busqué una cabina. Encontré unos teléfonos públicos y aquel fue el primer timo que sufría nada más llegar a India. Los teléfonos en cuestión eran terminales fijos como los que teníamos antiguamente en las casas en España, con el auricular unido al cuerpo del teléfono por un clave en espiral
https://de.todocoleccion.net/telefone/telefono-modelo-teide-rojo-anos-80~x44001888 |
Los teléfonos eran exactamente iguales que el de la foto y el puesto era de Vodafone... ya podían modernizarlos!
El señor del puesto me dijo que me costaría 5 rupees un minuto y le dije que de acuerdo. No me dejó marcar a mi, fue él el que tecleó el número y me pasó el auricular mientras se quedaba pegadizo a mi cronometrando mi llamada... Contacté con el conductor y me dijo que no estaba dentro de la terminal, sino fuera en la salida. Colgué y observé perfectamente en el cronómetro que mi llamada había durado 42 segundos.... me cobró 10 rupees. El cambio son unos 15 céntimos y no me iba a poner a discutir por esa cantidad... quería coger el transfer ya!
Cuando salimos fuera de la terminal, encontramos en seguida al conductor que nos dijo correctamente la clave al oido, como si de James Bond se tratara. Fuimos a buscar la furgoneta al parking y madre mía, no podía tener más golpes y abolladuras, pero vamos, tras contemplar el caótico tráfico hasta nuestro Hostel, bastante bien me parece que tenía la carrocería.
El conductor nos explicó que tenía limitada la velocidad, por la contaminación. Y es que madre mía, lo de Delhi es una barbaridad. La atmósfera se parecía a la de Beijing, quizá más densa todavía.
Tras un trayecto algo largo, sorteando tuk tuks, motos, bicis, carros, gente, coches, furgonetas... llegamos a Main Bazaar, a nuestro alojamiento. Hicimos el check in. En India es un proceso algo largo, como ya os expliqué en Preparativos. Os sacarán un libro de registro con este aspecto:
Fuente: wikipedia |
Hay que rellenar todos los datos en unos libros parecidos al de la imagen (nombre, apellidos, de dónde vienes, cuál será tu próximo destino...) y todo a mano, con lo cual lleva un ratito. Esto es así en todos los alojamientos.
Después nos acompañaron a nuestra habitación que se encontraba en el otro edificio del que disponen en el Smyle Inn. Nos dijeron que nos daban una habitación familiar, pero que si la necesitaban al día siguiente (????) nos tendríamos que cambiar. Aquí os dejo un vídeo de nuestra llegada a la habitación del hostel. Mis pintas son totales, después del largo viaje!!
El Red Fort fue nuestra primera experiencia de visita a un monumento indio. Cuando salimos del metro (Estación Lal Quila) riadas de gente caminaban en la misma dirección. Llegamos a una zona con acceso restringido a vehículos y con unas explanadas donde yo creo que estaban preparando escenarios para actuaciones de Navidad. Había una cola para entrar totalmente desalentadora.... yo no sé los cientos de personas que podía haber ahí!!! Diego me sacó las primeras fotos y os aseguro que éramos el centro de atención!!
Se supone que por algún sitio habría que llegar al mercado de las especias, pero fue sacar el mapa y nos vimos rodeados por un corro de personas dispuestas a ayudar a cambio de unas rupias. El corro comenzó a crecer hasta alcanzar un tamaño considerable!! Así que tuvimos que plegar el mapa y amablemente rechazar la ayuda que nos ofrecían. No fuimos hacia esa zona, también porque el cansancio ya empezaba a hacer bastante mella en nosotros y decidimos continuar por un callejón que según creía Diego nos llevaba a otra zona de bazares llamada Chowli Chowk. No os exagero cuando os digo que hubo momentos en los que nos quedamos totalmente atascados entre tuk tuks, bicicletas, gente y puestos y que no había manera de andar para un lado u otro, acompañados de una maravillosa atmósfera de gritos, claxons y contaminación. A causa del cansancio, he de decir que no es que disfrutara mucho de estos momentos, en verdad estaba deseando salir de ahí y llegar a nuestra zona para cenar e irnos a dormir
Después nos acompañaron a nuestra habitación que se encontraba en el otro edificio del que disponen en el Smyle Inn. Nos dijeron que nos daban una habitación familiar, pero que si la necesitaban al día siguiente (????) nos tendríamos que cambiar. Aquí os dejo un vídeo de nuestra llegada a la habitación del hostel. Mis pintas son totales, después del largo viaje!!
También hay que valorar que el alojamiento nos costó 32 euros las dos noches con desayuno incluido... ¿qué más se puede pedir por ese precio?
A pesar del cansancio, eran las 9 de la mañana y teníamos todo el día por delante. La diferencia horaria con España son 4 horas y media tendríamos que aguantar en pie lo máximo posible para adecuarnos al horario indio.
Decidimos ir a visitar el Red Fort y Chandni Chowk, ya que no quedaba "muy lejos" del Smyle Inn en Main Bazaar.... así que salimos en busca del metro!! Y en el trayecto ya nos salieron algunos amigos que nos aseguraban que el Red Fort estaba cerrado, que en la tienda de su amigo vendían tickets baratos... yo reconozco que no me sentía con ganas de charla, pero Diego fue el Santo Job, hablando con todos, súper amable... y es que la verdad es que aunque sean pesados, la gente es amable y no se le puede tratar mal. Cuando por fin conseguimos llegar al metro, ahí empezó otro gran dilema de cómo usar correctamente el suburbano. Con el paso de los días, lo aprendimos a usar sin problemas, como os explico en el post del metro de Delhi, pero esos primeros momentos fueron la confusión total, sumada al cansancio y jet lag, así que fue un poco "pinto, pinto, gorgorito" elegir las direcciones de trenes y demás (que increíblemente salió bien!). Los primeros viajes que hicimos en metro no me gustaron nada. Me sentí muy observada y de una manera muy descarada, aunque yo creo que el choque cultural más el jet lag hicieron que esa sensación me resultara peor de lo que en verdad era, ya que, cuando volvimos a Delhi al final de nuestro viaje, en ningún momento me sentí del mismo modo que en nuestra llegada.
El Red Fort fue nuestra primera experiencia de visita a un monumento indio. Cuando salimos del metro (Estación Lal Quila) riadas de gente caminaban en la misma dirección. Llegamos a una zona con acceso restringido a vehículos y con unas explanadas donde yo creo que estaban preparando escenarios para actuaciones de Navidad. Había una cola para entrar totalmente desalentadora.... yo no sé los cientos de personas que podía haber ahí!!! Diego me sacó las primeras fotos y os aseguro que éramos el centro de atención!!
El Red Fort de Delhi es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y una de las visitas obligadas en la capital. Se empezó a construir en 1638 y su nombre se debe a las piedras de arenisca roja que ese utilizaron para su construcción. La muralla tiene 6,5 km de largo y tiene una altura variable hasta los casi 33 metros... vamos, que las dimensiones son enormes! El emperador que lo mandó construir es Shah Jahan (el mismo que ordenó que se erigiera el Taj Mahal) y su construcción duró 10 años.
Como ya os digo la cola para comprar las entradas tenía un tamaño que nos dieron ganas de echarnos para atrás y volver al hostel (hay que tener en cuenta el cansancio que llevábamos encima), pero decidimos echarle narices y por lo menos dejar esta visita hecha. A los minutos de estar en la cola, vinieron a decirnos que no estábamos en la cola adecuada. La nuestra (foreigners) era diferente. Nos indicaron dónde estaba nuestra taquilla y para nuestra alegría, no debía haber más de 10 occidentales más delante nuestra. Al llegar a la ventanilla vimos la diferencia... los indios pagan 20 rupees y los extranjeros 600 rupees (o 550 si se paga con tarjeta). La diferencia es abismal pero si pasamos las 550 - 600 rupees al cambio en euros son 7 - 7,60 euros... que para nosotros, la verdad, no es nada. Y sinceramente, los pagué tan contenta de no tener que pasar por esa cola horrible y gigante en la que nos habíamos puesto!
Accedimos por fin al recinto y cruzamos las enormes e imponentes murallas de la entrada. Esta es la Puerta Lahore.
Pasamos por unos enormes pasillos donde hay un pequeños bazar, Chatta Chowk con cosas muy turísticas.
Dentro del recinto del Red Fort hay palacios, sala de audiencias, jardines., mezquita...
Fui sacando foto a todo, pero sin documentarme de lo que iba fotografiando. Entre el cansancio, la contaminación y adaptación a la mascarilla, la cantidad enorme de gente que había.... Nuestra visita no fue hecha en condiciones, como a nosotros nos gusta de ir viendo todo con detalle.
De hecho paramos en una explanada a tumbarnos un ratito en un césped que había, entusiasmados con unas ardillas que había por ahí pululando. Aún así, como podéis ver en las fotos, aunque no sepa explicaros qué es cada construcción, el lugar es precioso y la riqueza arquitectónica, grande.
Después de nuestra visita en el Red Fort, nos dirigimos hacia la zona de bazares, en concreto en Chandni Chowk. Y aquí fue como introducirnos en un mundo de caos, gente, vendedores, claxons, edificios con dudosa estabilidad... fueron momentos de locura total!!!
Red Fort al fondo |
Es increíble que exista esta señal, NADIE la respeta!! |
Se supone que por algún sitio habría que llegar al mercado de las especias, pero fue sacar el mapa y nos vimos rodeados por un corro de personas dispuestas a ayudar a cambio de unas rupias. El corro comenzó a crecer hasta alcanzar un tamaño considerable!! Así que tuvimos que plegar el mapa y amablemente rechazar la ayuda que nos ofrecían. No fuimos hacia esa zona, también porque el cansancio ya empezaba a hacer bastante mella en nosotros y decidimos continuar por un callejón que según creía Diego nos llevaba a otra zona de bazares llamada Chowli Chowk. No os exagero cuando os digo que hubo momentos en los que nos quedamos totalmente atascados entre tuk tuks, bicicletas, gente y puestos y que no había manera de andar para un lado u otro, acompañados de una maravillosa atmósfera de gritos, claxons y contaminación. A causa del cansancio, he de decir que no es que disfrutara mucho de estos momentos, en verdad estaba deseando salir de ahí y llegar a nuestra zona para cenar e irnos a dormir
Diego me ha confesado a posteriori que en aquellos momentos estaba totalmente perdido y que encontrar la boca del metro fue como una bendición. Sólo teníamos que recorrer una parada, pero merecía la pena, pues las distancias en Delhi son gigantescas. Nos bajamos en la estación de trenes de Delhi y quedamos impresionados con el tamaño de la misma. Tuvimos que atravesar por una pasarela las vías de tren, y como siempre, riadas de gente.
Para llegar a Main Bazaar atajamos por unos callejones en los que todo estaba lleno de barro y basura y la gente se encontraba reunida frente a hogueras, sentados en el suelo y alrededor vacas comiendo entre la basura. Una imagen un poco triste de la pobreza que existe en India...
Antes de subirnos a la habitación, fuimos a cenar a un restaurante llamado Krishna Café, con unas magníficas vistas al Main Bazaar (con todo su esplendor de caos y pitidos) como podéis ver.
Cenamos en el roof top floor. No es que el ambiente contaminado invitase a estar en la terraza... pero bueno, las vistas son hipnóticas, os lo aseguro, porque todo es tan distinto de Europa!! Para subir había que "escalar" por unas empinadísimas escaleras, teniendo cuidado con la cabeza para no darte. El primer piso era una tienda, el segundo la cocina, y en el tercero y cuarto se encontraban las mesas. El camarero era un amabilísimo nepalí que estuvo charlando con nosotros un rato y la cena no estuvo mal, con cerveza servida en taza de té y mi butter chicken con carne "picada" vete tú a saber de qué, pero buena.
Después volvimos al hostel a ducharnos para meternos en la cama y coger energías y ritmo para el día siguiente.
La habitación estaba fría, porque aunque el invierno en India no es tan frío como en España, no hace de ir en manga corta, por lo menos en Delhi. La habitación tenía un aparato de aire acondicionado, pero la bomba de calor no funcionaba así que pedimos que nos trajeran un radiador o algo. Al principio nos proporcionaron un calefactor, pero no funcionaba... el segundo que trajeron sí... pero era para verlo. No tenía enchufe y el cobre del cable se metía directamente en los agujeros de la electricidad (a parte de tener una mugre importante). Decidimos quedarnos con el apaño, porque yo tenía frío, y encomendarnos a los dioses para no salir ardiendo esa noche.
Un día agotador, pero bien aprovechado!! Los primeros día de llegada a los destinos suelen ser muy cansados, pero por experiencia propia, es la mejor manera de aprovecharlos y coger el ritmo y horarios del país que visitamos.
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(C) 2019 Cristina Díaz del Campo
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