Día 10: Visita a la Pink City: City Palace, Jantar Mantar, Hawa Mahal y Bazares

Abrí el ojo bien temprano y, tras comprobar que seguíamos sin electricidad (excepto alguna luz de la habitación que sí funcionaba) fui en busca de algún enchufe por la casa para enchufar el móvil y cargarlo. Encontré uno en una zona común de la casa, así que aproveché a poner el diario al día mientras. 
El técnico de la casa pasó por donde yo estaba y le dije que seguíamos igual (él mismo fue quien la noche anterior me estuvo buscando por toda la casa el cirio gigante con el cual me iluminé por la noche y que me dio con un platito rogándome que no dañara los muebles y que tuviera cuidado... puede darme mala leche la situación, pero mis modales y sentido común aún los conservo estando enfadada). El hombre me ofreció que nos diésemos una ducha en alguna de las habitaciones que estaban libre y sí disponían de electricidad... era un poco de coña, pero necesitaba darme una ducha y lavarme el pelo, así que acepté barco y llevé mis enseres para la habitación en cuestión. Como los termos son enanos, me quedé sin agua caliente en un suspiro... ¡qué cabreo!

Bajamos a desayunar y la verdad es que el desayuno estaba muy bien. Nos pusieron unas Samosas con yogur (que no pude comer, claro) y había tostadas, te hacían huevos... el Masala Chai estaba que te mueres de bueno. Cogí varios plátanos, ya que el Dr Jaggi me dijo que los tenía que tomar en abundancia... y es que muy poco a poco iba mejorando de mi tripa, había que seguir con las indicaciones dadas.

Cuando llevábamos un rato desayunando, se sentaron a nuestro lado otros huéspedes británicos con los que estuvimos charlando. Ella era profe como yo y estaban en India porque habían venido a una boda. Lo gracioso vino cuando, todos los platillos que nos habían puesto en la mesa para servirnos, nos fueron retirados... para ponérselos a los británicos! Curioso sistema de desayunos!

Después de coger energía, nos fuimos andando hacia la Pink City o centro de Jaipur. Este nombre le ha sido adjudicado por el color ocre de sus murallas y fachadas de esta zona vieja. La distancia que recorrimos fue bastante grande y encima con mucho calor. Nos habíamos llevado los abrigos y no los usamos en todo el día.




Una vez franqueada la muralla, entramos en la Old City, donde encontraremos infinitos bazares situados en soportales, estupendos para no asarte de calor. En los bazares encontraremos todo tipo de artículos, os hablaré de ellos más adelante, ya que en primer lugar nos dirigimos a nuestra primera visita: City Palace.




El City Palace data del siglo XVIII y fue mandado construir por Jai Singh, aunque fue reformado por los sucesivos marajás. La entrada nos costó 700 rupees (que justifican incluyéndote la entrada a un Fuerte, que no es Amer, sino otro bastante lejos)


Nuestra entrada a un patio central coincidió con que salí gente montada en calesa... no sabemos si se trataba de alguien importante o algún guiri adinerado que se pagaba el paseíllo especial.


Dentro del City Palace se visitan varios patios. Desde ellos se tiene acceso a distintas partes del City Palace.




Hay un museo de miniaturas, alfombras y otros objetos, y también se visita la sala de audiencias. Por favorm, fijaos muy, muy bien en los carteles, ya que en estas estancias que os menciono NO está permitido hacer fotos. Yo me puse a hacer fotos en la sala de audiencias, porque de verdad, no me había fijado en los carteles y cuando íbamos a salir, nos vinieron a reclamar 500 rupees de multa. Yo les lloré y juré y perjuré que no había visto el cartel ( que a parte era verdad) borré las fotos delante de ellos no sé si les inspiré lástima, pero me dejaron ir, advirtiéndome que me andara con ojo... así que evidentemente de esas salas no hay documentos gráficos.

En otro de los patios se encuentran unas vasijas de plata de más de metro y medio de alto que se encuentran en el Libro Guiness de los Records  como los objetos de plata más grandes del mundo





El patio más chulo es el Pitam Niwas Chowk, donde se encuentran las bellas puertas, en especial una de ellas que imita el plumaje de un pavo real. Había otras que también estaban muy chulas y que aquí os dejo.



La siguiente visita que hicimos fue el Jantar Mantar un observatorio astronómico construido en 1728 por Jai Singh II llena de aparatos con los que calcular la hora, los eclipses, la posición de la Estrella Polar, la incidencia del Sol en los signos del zodiaco... Sinceramente no me llamó excesivamente la atención. Además para conseguir las entradas tuve que meterme en una cola horrorosa hasta una taquilla minúscula, y luego dentro del recinto hacía un calor insoportable. Creo que con un guía que explique los artilugios se podría sacar más provecho a la visita, en nuestro caso fue rápida, sin explicaciones, y yo, muerta  de calor (además en el reciento no hay sombras)

La entrada cuesta 200 rupees y aquí la cola era general, con lo cual hay que armarse de paciencia y aguantar unos cuantos empujones hasta acceder a la minúscula ventanita de la taquilla. Los tickets de entrada hay que guardarlos como oro en paño porque a la salida los piden.




El monumento de las fotografías inferiores es un observatorio solar cuya estructura mide 27 metros y sirve para estudiar las sombras producidas por el Sol.


También había un monumento dedicado a los signos del zodiaco.


Después de esta visita nos dirigimos al Hawa Mahal, que para mi gusto, es la visita estrella de Jaipur. Este palacio es donde vivía el Rajá con su harén. En esta ocasión, para comprar la entrada, la cola está dividida para hombres y para mujeres. El precio es de 200 rupees, que, para todo lo que hay que ver por dentro, me parece súper razonable.


La fachada principal tiene 953 ventanas desde las cuales las mujeres del Rajá observaban la vida de la ciudad sin ser vistas. Aquí me tenéis a mí, emulándolas!
El Hawa Mahal también es conocido como el Palacio del Viento, ya que por las ventanas entraba aire, manteniendo el palacio fresco incluso en verano.



El Palacio se puede visitar en su totalidad y se puede subir a las zonas más altas desde donde hay unas magníficas vistas tanto de la ciudad de Jaipur y la calle donde está situado el Palacio, como del Fuerte. Para acceder a las zonas superiores no hay escaleras, sino rampas, y también hay que armarse de paciencia, pues la cola de gente es bastante grande. 





Los interiores del Palacio también son muy bonitos, hay rincones espectaculares!


Esta es la parte de la fachada delantera pero vista desde el interior del Palacio.




Para ver la fachada delantera hace falta salir fuera y cruzar la calle. Hay varios restaurantes en la acera de en frente con miradores desde los que se pueden hacer fotos muy chulas. Es muy probable que os pidan unas rupees a cambio, aunque otra opción es hacer una parada y tomar un refresco contemplando esta maravilla! Nosotros aprovechamos para comer.



La fachada se asemeja a la cola de un pavo real abierta, animal de gran simbolismo en la India.

El restaurante donde comimos estaba justo en frente del Hawa Mahal, pero cuando llegamos no había ni una mesa con buenas vistas, así que no nos quedó más remedio que sentarnos dentro. Teníamos mucha hambre y no era momento de ponernos a buscar más. Eso sí, el servicio fue penoso, tardaron muchísimo en atendernos y nos sirvieron fatal (a pesar de haber tropecientos camareros, entre ellos un Hindú que parecía salido de Studio 54, con unas gafa-pasta azules súper molonas). Yo pedí pizza sin pimientos y cuando me la trajeron no podía traer más porque no cabían en la superficie de la pizza.

Después de comer y aprovechar a sacar las fotos de la fachada del Hawa Mahal, llegó el momento de recorrer los bazares.

En la parte cercana al Hawa Mahal, City Palace, etc vamos a encontrar locales con una variedad de objetos muy enfocadas al turista, tipo turbantes, pantalones, figuritas.... Pero la verdad es que los bazares de Jaipur son infinitos y podríais estar días y días recorriéndolos. Se agrupan por gremios y en cada gremio podemos encontrar distintos productos (libros, objetos de menaje, telas, especias...)


Por el camino nos encontramos una graciosa escena de monos poniéndose las botas de plátanos que les estaban dando.


En nuestro paseo por los bazares aprovechamos para hacer compras y aquí hay que estar preparado para el regateo. Si no te gusta regatear, se te va a hacer pesado. Puedes llegar a conseguir rebajas de hasta la mitad del precio que te piden! Y también te van a abordar todos los vendedores para que entres en su tienda! Incluso te pueden invitar a que la veas entera!


A nosotros nos ocurrió en una tienda donde compramos unos cuadernos hechos a mano. El dueño nos invitó a entrar al taller en la trastienda, donde nos enseñó como cortaban el papel y lo encuadernaba cosiéndolo a mano. Nos comentó que era el negocio de su familia de toda la vida. Y antes de irnos, como no, se quiso hacer un selfie con nosotros, a los indios les encantan los selfies!!

Continuamos nuestro paseo (ya nocturno) por las calles de Jaipur. Los bazares y las murallas estaban iluminados súper chulos.



Llegamos hasta el templo Hare Krishna y un señor nos ofreció subirnos a la parte más alta para ver las vistas y luces de la ciudad y, al fondo en el horizonte, Amer Palace en la colina.


Después de la visita "gratuita" llegó la parte comercial y nos llevó a su tienda de joyas. Nos contaron un cuento chino de que vendían a España, la altísima calidad de sus productos y "blablabla". Nos sacaron pendientes, pulseras etc... súper pesado el vendedor. Nos ofrecieron té y en un principio pensamos en coger más de un par de pendientes, pero cuando empezó a decir precios fue como.... venga, hasta luego! Intentó por todos lo medios vendernos lo máximo posible, pero no lo consiguió!

De camino al Guest House tuvimos la suerte de pasar por un sitio donde había un cine... y ,muchos restaurantes!!


Cenamos en uno que se llamaba The Yellow House donde todos los platos eran vegetarianos. Yo pedí una fondue, pensando que sería suave para mi tripa... y llevaba chilli flakes!! Y Diego pidió una pizza margarita que tampoco pude comer, porque el tomate picaba a rabiar... En India no hay ni un solo plato que no esté picante!
La cena estuvo bien hasta que llegó una familia enorme con un montón de niños, que estuvieron mareando a los camareros hasta la muerte. Y para "neutralizar" los gritos de los niños  y de la familia, los camareros subieron la música a tope... así que cenamos rápido y continuamos el paseo nocturno por la zona, que parecía la milla de oro de Jaipur, llena de tiendas y primeras marcas (eso sí ni rastro de Inditex!)

Cuando llegamos al guest house, la luz había sido arreglada, así que aprovechamos para ducharnos y dormir a pierna suelta tras este laaaaaargo día!!



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(C) 2019 Cristina Díaz del Campo 

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