Después de nuestra maravillosa visita al Taj Mahal, volvimos de nuevo a la caótica realidad india y la siguiente misión era buscar un cajero automático (ATM) para sacar dinero. Habíamos apurado todo el efectivo que teníamos y, evidentemente, si íbamos a coger un taxi, al hombre tedríamos que pagarle! Así que nos metimos por las callejuelas de Agra en busca de un dichoso cajero que nos escupiera rupias sin darnos problemas.
Diego se había descargado el mapa off-line de Agra y pudimos localizar un par de cajeros bastante cerca de la East Gate del Taj Mahal. Así que para allá que fuimos.
Agra es uno de los lugares de la India donde más vacas hemos visto en la calle y las pruebas me remito:
Diego se había descargado el mapa off-line de Agra y pudimos localizar un par de cajeros bastante cerca de la East Gate del Taj Mahal. Así que para allá que fuimos.
Agra es uno de los lugares de la India donde más vacas hemos visto en la calle y las pruebas me remito:
Efectivamente localizamos un cajero donde nos indicaba el mapa, aunque, una vez más, el cajero reconocía la tarjeta, pero al solicitar una cantidad en efectivo, nos cancelaba la operación. Nos pasó en un par de cajeros y, a la desesperada, probamos con mis tarjetas, y seguíamos con el mismo problema... problema? Esa palabra no existe en la India, al vernos saliendo del cajero, en seguida nos vinieron a preguntar qué nos pasaba, y en la India, todo tiene solución a cambio de unas rupias. Un señor se ofreció a ayudarnos. Tenía una casa de cambio de dinero, así que nos propuso pasar la tarjeta por X cantidad (más comisión, claro) y nos daría el dinero en efectivo. A cambio, el se quedaría con la comisión propuesta (que no recuerdo exactamente de cuánto era). No teníamos otra alternativa, ya habíamos probado en varios cajeros, así que le dijimos que sí. Peeeero.... una vez más, las tarjetas daban error, el TPV del señor no daba señal.... Agradecimos enormemente la ayuda y volvimos hacia el hotel.
Por el camino, le propuse a Diego la opción desesperada, llegar a la recepción del hotel a recoger nuestras mochilas, angustiados, llorarles un poco y pedirles ayuda con el tema del cambio del dinero... y bingo! Un par de llamadas del recepcionista y nos encontraron casa de cambio dispuesta a hacer la misma operación del señor de la casa de cambios. Un taxi nos llevaría y esperaría hasta que hiciésemos la gestión, y el precio inamovible del taxi era de 500 rupees. Fue increíble cómo se movilizaron en un momento, el recepcionista del hotel hizo unas llamadas, apareció más gente en escena, unas cuantas conversaciones en hindi y apañado. Sí es verdad que muchas veces buscan la triquiñuela, pero los indios son súper amables y dispuestos a ayudar SIEMPRE.
Llegó nuestro taxi de 500 rupees y nos condujo hasta la casa de cambio, situada en el centro de Agra. Los dueños, claro, nos recibieron con gran alegría. Aprovechamos para sacar una buena suma de dinero, que nos sirviese para el resto del viaje (y en previsión a no tener que pasar por la misma dificultad de falta de cash más adelante) y nos cobraron un abusivo (pero la verdad es que no podíamos quejarnos, ya que nos habían solucionado la vida) 8% de comisión.
Cogimos de nuevo el taxi (a quien ya por fin podíamos abonar sus 500 rupees del ala) y nos llevó al "aeropuerto" de Agra. Tengo que puntualizar en este punto que elegimos esta vía de transporte a Jaipur porque el trayecto era más corto que en tren (que demora unas 6 horas), pero francamente, creo que lo hubiésemos preferido, ya que la espera se hizo eterna, con retraso de vuelo incluido.
Fuente: Google Maps En rojo: El aeropuerto de Agra, situado dentro de la base aérea militar de la ciudad, una de las más grandes de la India |
Cuando llegamos al acceso del aeropuerto de Agra, el taxista nos dejó y se marchó... con lo cual nos vimos en un problema. Resulta que el "aeropuerto" de Agra es más bien un aeródromo situado en un recinto militar, con lo cual, tanto los vehículos como pasajeros deben pasar por un control en el acceso donde verifican la identidad de los viajeros y en caso de acceder mediante taxi, permiten al conductor llevarte hasta la "terminal". ¿Problema? que hasta la terminal no se puede acceder a pie y nuestro taxista nos dejó en el acceso, con lo cual, nuestros nombres e identidad quedaron verificados con los militares de la puerta de acceso (tenían una lista impresa con el mismo tipo de papel de impresora antigua que utilizaba el primer ordenador que tuvimos en mi casa, un IBM del año catapún como la que os aquí os dejo, y el papel de impresión como el que veis a la derecha.
No podíamos continuar a pie Nos dijeron que esperásemos, y pronto llegó un bus turístico con un viaje organizado de americanos que tenían huecos libres. Nos metieron a nosotros y otra pareja que se había quedado en una situación parecida a la nuestra. Accedimos a la "prohibida" base militar de Agra, cuya entrada estaba custodiada por militares indios con rifles, y la verdad es que el trayecto hasta la "terminal" no era corto.
La terminal es chiquitita y el mostrador de facturación muy, muy sencillo.
Después de hacer el checkin nos tocó esperar. Llamaron por megafonía a los pasajeros de nuestro vuelo y tuvimos que pasar por un exhaustivo control de seguridad. Me hicieron vaciar los bolsillos, me miraron la crema de manos que llevaba con lupa, el móvil, cacheo.... y a continuación sellos por todos los lados, sello en la tarjeta de embarque, en la etiqueta de equipaje de mano... les encanta poner sellos que luego te engarrian el pasaporte...
Había un señor que iba con un a pluma de pavo real en la mano (... sin comentarios) al que retuvieron durante un largo tiempo haciéndole mil preguntas y al final acabaron requisándosela... lógico.
La espera fue eterna. Llegó nuestro avión, pero no embarcábamos.
Incluso salió antes un vuelo que iba con destino a Varanasí, programado más tarde que el nuestro... y todo esto sin comer y sin posibilidad de comprar nada dentro del aeropuerto.
El avioncillo, como veis, era un ATR, vejete. Hacía años que no montaba en un avión así, desde que era más pequeña, en un viaje que hice con mis padres a Canarias.
Dentro del avión el espacio era limitado, pero la verdad es que los asientos eran bastante cómodos, tapizados como de piel. El piloto explicó que salíamos tan tarde porque el aeropuerto de Jaipur había estado cerrado por causa de la niebla... Siempre hay alguna excusa!
La azafata de con pelo de seta y su compi repartieron botellitas de agua y nos dieron un mini sandwich de col con mayonesa. Teníamos tanta hambre que nos supo a gloria e incluso repetimos. La verdad es que para lo que nos costó el vuelo (32 euros los dos) y la duración del mismo (45 minutos) no se podía pedir más.
Aterrizamos por fin en el aeropuerto de Jaipur, mucho más moderno y mejor preparado que el de Agra. Recogimos nuestras maletas y nos dirigimos a la caseta de los taxis. En el aeropuerto de Agra puedes contratar tu taxi por un precio fijo, sin necesidad de regateo.
Aunque en Jaipur también se notaba la contaminación, no era tan bestial como en Agra y la temperatura era más alta.
No os penséis que nuestro día 31 acabó aquí, aún nos pasaron más cosas... pero tendréis que seguir leyendo!!
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(C) 2019 Cristina Díaz del Campo
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