TEMPLO DE LOS LAMAS, TEMPLO DE CONFUCIO, WORKERS STADIUM, WANGFUNJING ST


TEMPLO DE LOS LAMAS 

Hoy tocaba día de templos, en concreto el de los Lamas y el de Confucio, ambos templos se pueden visitar en una mañana o una tarde, ya que no están muy lejos uno del otro.
Tomamos el metro hasta Yonghegong. Una vez allí, nos dirigimos hacia el Templo, que en su día fue la residencia de un príncipe, pero cuando ascendió al trono, se convirtió en una lamasería. En la calle que va hasta allí hay montones de tiendas que venden objetos budistas, pulseras, telas, velas, inciensos... en ambas aceras, chuli para curiosear. Por fin llegamos al Templo de los Lamas.

Aquí podéis ver la entrada, llena de turistas, claro!


 La entrada nos costó 25 yuanes, creo recordar, que te dan acceso a un recinto enorme, lleno de salones, en los que, según ibas avanzando, el tamaño de los Budas que había en su interior iba creciendo, hasta llegar a uno gigante.
A diferencia de los Templos de Tailandia, desde mi punto de vista, aquí no hay mucho respeto, la gente entrar hablando en voz alta, sacan fotos sin cortarse un pelo, tampoco hace falta descalzarse.... bastante distinto a lo que ya conocíamos!!


Comenzamos con tamaño pequeño de Buda:


Figuras en los lados del salón:



 Pasamos a un tamaño medio-grande. Aquí se ven los escritorios de los lamas, en la parte inferior:


Y este fue el último Buda de tamaño increíble:


Los rincones y construcciones del recinto eran súper bonitos, pero como siempre en China, muy difícil el poder obtener una foto sin gente!



Como veis, el recinto es súper bonito, aunque como ya os digo, un poco caótico. Me encantó el olor a sándalo por todas partes y bueno, encontrar una restricción!!


Sólo permitían quemar 3 inciensos por persona y día y, en caso de días ventosos o con alto smog, ni eso. Así que supongo que nuestro fatídico día del Templo del Cielo habría sido uno de esos momentos de  "no incense burning"

Tras finalizar esta visita, fuimos andando al

TEMPLO DE CONFUCIO

Está súper cercano del Templo de los Lamas y la entrada fue algo más cara, 30 yuanes. A diferencia del Templo de los Lamas, aquí sí que había rincones con encanto y llenos de paz en los que te podías sentar a descansar un poco la mente y el cuerpo!! Este Templo de Confucio es el segundo más grande de toda China dedicado a esta figura y es donde los estudiantes venían a estudiar para el examen Imperial y realizar ofrendas a Confucio para el éxito en sus pruebas.

Aquí os dejo unas cuantas fotos. Yo me hice todas las que había que hacerse con las distintas estatuas de Confucio, como podéis ver!!!





Esta foto fue a contarreloj, se aproximaba una visita guiada que amanazaba con cubrir estos arcos tan bonitos de un mar de cabezas!!


Aquí en los laterales de este salón había un laguito con bancos donde pudimos descansar un poco y decidir cómo continuar nuestro día de visitas:




Diego colecciona camisetas de fútbol, así que dado que en el mapa el Workers Stadium no parecía muy lejos, decidimos acercarnos por allí. El mejor acierto fue decidir coger el metro, fueron 4 paradas y el trayecto fue largo, muy largo!! Así que no me quiero imaginar en superficie!!!

Y lo chulo de Beijing es que dejas un barrio tradicional, te montas en el metro para 4 paradas y sales en un sitio como este!! Barrio moderno de altos edificios y anchas avenidas que no tiene nada que ver con el barrio donde se localizan los templos que visitamos:


La idea era buscar la tienda oficial del equipo Beijing Ghouan (Diego ya había estado oteando algo en internet el día anterior) para comprarse su preciada camiseta. A él le toca aguantar mis paseos por tiendas y mercados y a mi me toca crear auténticas misiones para buscar sus camisetas de fútbol. Y esto es así en todos los viajes. 
Aunque el metro parecía que estaba cerca, la verdad es que había un paseíto, pero por fin llegamos.


Lo que hicimos fue rodear el Estadio por dentro en busca de la tienda oficial del equipo.


Encontramos un local (que creíamos que era la tienda) pero no, yo creo que eran los vestuarios del equipo y en seguida nos dijeron que a dónde íbamos y nos empezaron a hablar en chino. El famoso "budong" de nuestra guía (no entiendo) nos sacó de un apuro, siempre que les decíamos eso a la gente les encantaba!! y también decir que hacían lo posible por intentar comunicarse contigo, así que con mucha dificultad, consiguieron indicarnos que la tienda estaba más adelante.
Luego en la tienda, como siempre Diego mil horas tarda en decidirse qué comprar, hasta que le convenzo que se lleve algo guapo, que a saber cuándo volveremos a China. También tuvimos la oportunidad de hablar con un reportero chino que estaba en la tienda y se defendía en inglés, que había estado en no se qué final, y claro, Diego encantado de hablar de fútbol. Mientras, le pusieron el nombre  (de un tal Augusto, que jugó en el Atleti.... como no!!) y número a la camiseta. Y llegó la hora de pagar
Aquí empezó un poco la odisea. Resulta que no aceptaban tarjetas de crédito, sólo efectivo o la app de los códigos QR. Así que rebuscando por todos nuestros bolsillos secretos conseguimos reunir el efectivo para pagar la camiseta. Así que Diego feliz, y nuestras carteras con telarañas. Había que buscar un ATM como fuera.
Entramos en el centro comercial de los bajos de este hotel 


Como no veía cajero por ningún lado, pregunté  en inglés en un puesto de información y me dijo que 30 metros a la izquierda, en el exterior del edificio había uno. Qué eficacia!! Efectivamente ahí estaba. Y bueno, allí entramos, Diego metió la tarjeta en el cajero..... y se la tragó!!! como no había manera de cancelar la operación, intenté entrar en la sucursal del banco, pero el guardia me decía en inglés que al cajero no se iba por allí. Yo no quería cajero, quería hablar con alguien para que sacara la tarjeta!! La barrera idiomática era muy frustrante, volví a pedirle a Diego la guía y justo en ese momento, el cajero decidió escupir la tarjeta. Y la historia es que Diego volvió a probar con otra tarjeta y otra vez la misma historia, sólo que esta vez esperamos pacientemente a que el cajero escupiera la otra tarjeta, como así fue.

Continuamos caminando por la calle, buscando un cajero como almas en pena, y en el camino encontramos un puesto muy curioso. Vendían "Jianbing" una cortita frita y con crackers por dentro de lo más curioso... aunque olvidé sacarle foto!! El sabor era extraño pero dada nuestra paupérrima situación, era el único aperitivo que podíamos permitirnos!!!

Por fin encontramos un cajero que nos diera dinero y fuimos a comer. Utilicé mi mapa offline del móvil para buscar algún sitio por la zona, pero no fue de mucha ayuda. Este barrio moderno tenía poco que ofrecer al turista. El caso es que vimos la entrada a un centro comercial y decidimos probar suerte ahí. Y de verdad, es uno de los sitios más bizarros que hemos visto nunca. El centro comercial era subterráneo, tenía un pasillo larguíiiiiiisimo con comercios raros a los lados, pistas de pádel... todo vacío y sin ningún sitio para comer, así que decidimos salir a la superficie. Al final encontramos un sitio en el que se pedía a través de tabletas que había en las mesas... y otra vez liándola parda con la tablet, tuvieron que venir a echarnos una mano.

Después de comer nos dirigimos a Wangfunjing Street 

WANGFUNGJING STREET 

Esta calle es la meca de las compras. Las dimensiones de los centros comerciales es impresionante y podéis encontrar tiendas súper exclusivas, de marca (Moschino, Prada, Apple, etc) ... en general creo que para un público de nivel adquisitivo alto.




Los centros comerciales son para perderse horas y horas y perder la noción del tiempo, había un centro comercial sólo de tiendas de juguetes!!!


Y en uno de los laterales, el callejón de comidas, que explico en el post sobre dónde comer en Beijing



Había esta exposición de toros decorados por la calle peatonal:



Y este es el reloj que veíamos a lo lejos el día que visitamos la Ciudad Prohibida:


La verdad es que nos dimos una vuelta y no compramos nada, no vimos ningún chollo y nuestra economía no gasta primeras firmas, nos gustó más la zona de Shichahai para hacer compras y el callejón de los puestos de comida tampoco nos llamaba mucho la atención... Así que, después de recorrer la zona, nos volvimos a Shichahai 

Estuvimos dando una vuelta y haciendo algunas compras de cosillas que teníamos fichadas y nos tomamos un delicioso Bubble Tea. Este fue un descubrimiento de Tailandia y me hizo mucha ilusión encontrarlo en China, ya que soy fan, fan.


Cenamos pescado en un restaurante chulo que explico en el post de las comidas.
Por la noche empecé a encontrarme con dolor de cabeza. Yo lo achaqué a la paliza que llevábamos en el cuerpo, el continuo ruido ambiental de la ciudad... como suelo decir en estas situaciones, no me encontraba nada flamenca. Así que, aunque era nuestra última noche completa en Beijing, nos volvimos al hotel a descansar, así al día siguiente aprovecharíamos y seguro que yo me iba a encontrar mejor.

SIGUE NUESTRA AVENTURA EN EL SIGUIENTE POST DE BEIJING:




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(C) 2018 Cristina Díaz del Campo 









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