Me levanté bastante recuperada de mi resacón de caipirinha... aunque de nuevo, teníamos deberes que hacer y era buscar mi dosis de vacuna antirrábica. Los del seguro nos habían indicado que debíamos dirigirnos a un hospital de la zona de Barra de Tijuca, llamado Lourenço Jorge. Básicamente se podía decir que estaba a "tomar por culo" de nuestro hotel... al mapa me remito, observad dónde queda Copacabana y, en rojo, la ubicación del hospital...
Fuente: Google Maps |
No teníamos otra opción, ya que fue la única solución facilitada por el seguro, así que lo que hicimos fue pedir ayuda en recepción del hotel para llamar al Hospital y comprobar que efectivamente disponían de dosis de la vacuna para no hacernos el viaje en balde. En nuestro hotel, amabilísimos, llamaron y sin problemas y nos confirmaron que la tenían, así que cogimos un taxi y nos fuimos para allá.
El recorrido hasta el hospital fue largo, fuimos paralelos a la costa y pasamos por delante de la favela Rocinha, una de las más grandes de Sudamérica, hasta llegar a la zona de Barra de Tijuca.
La verdad es que cuando llegamos al hospital nos esperábamos encontrar un centro grande (porque en Google Mapas aparecía como un recinto importante) y la verdad es que es bastante pequeño. Estaba compuesto por edificios de planta baja... dadas las dimensiones y población de Rio, era un hospital totalmente insuficiente (digo era, porque no sabemos si tras los Juegos lo ampliarían). El caso es que entramos en uno de esos edificios, (que parecían casetas de obra) y una desganada recepcionista nos dijo que no tenían vacunas de la rabia..... ¿¿¿Cómo??? Le dijimos que habíamos llamado por teléfono y que nos habían dicho que sí tenían, pues ella insistió que no y que no. Recuerdo que el miedo invadió mi cuerpo en esos momentos, me bloqueé bastante y cuando salimos del "hospital" me eché a llorar ... ¿y ahora qué? ¿Otra vez llamar al seguro? ¿otra vez a esperar mil años su respuesta? Entonces fue Diego quien dijo que pasáramos del seguro, que no nos estaban facilitando NADA la vida y me preguntó por aquel Centro Privado de vacunación que encontré en Internet, que se llamaba Vaccini. Llamó por teléfono y les preguntó como buenamente pudo usando portuñol que si tenían mi vacuna. Contestaron que sí y que además estaban abiertos, así que volvimos a coger un taxi y regresamos a Copacabana. Yo estaba bastante preocupada, si en este sitio no encontrábamos la vacuna, la cosa iba a ser muy, muy seria...
Este centro privado de vacunación estaba dentro de un centro comercial, y sí, disponían de la dosis de la vacuna que me tocaba ponerme, al "módico" precio del equivalente a 40 euros (que pagamos de nuestro bolsillo y el seguro jamás reembolsó porque ellos no habían autorizado en ningún momento esa atención médica... pero bueno, eso forma parte de la odisea post-viaje en la que me vi envuelta para acabar la vacunación en España...) Las vacunas en territorio brasileño quedaron concluidas por fin.
Después de echar prácticamente la mañana entera, decidimos hacer cambio de planes con respecto de nuestras visitas. Tras comer algo en una lanchonette, decidimos que por la tarde visitaríamos el Jardín Botánico y el Lago Rodrigo Freitas, ambos en la zona de Ipanema. Para llegar hasta allí, decidimos coger un bus y, una vez más, como cuando llegamos al aeropuerto, la maravillosa hospitalidad de los cariocas volvió a sorprender a nuestra mentalidad europea de una manera muy grata.
El origen del jardín Botánico se remonta a principios de siglo XIX, cuando João VI se exilió en Rio y creó un "Jardín de Aclimatación" para las plantas traídas desde India, como la canela y pimienta.
En los años de la independencia de Brasil, el jardín estuvo abandonado, pero se reabrió en 1822. Gracias a Leandro de Sacramento, el Jardín aumentó sus especies de una forma considerable y las plantas fueron catalogadas.
El Jardón Botánico cuenta con la colección de cactus más grande de todo Brasil, una sección con plantas del Amazonas, un jardín japonés, un invernadero con plantas carnívoras, una zona de plantas medicinales y lo que más me gustó, el orquideario con más de 600 especies distintas de bellas orquídeas.
Todo alrededor del lago hay un agradable paseo con jardines que aprovechamos a recorrer. el día estaba bastante nublado, con lo cual las fotos no lucían mucho...
El recorrido hasta el hospital fue largo, fuimos paralelos a la costa y pasamos por delante de la favela Rocinha, una de las más grandes de Sudamérica, hasta llegar a la zona de Barra de Tijuca.
La verdad es que cuando llegamos al hospital nos esperábamos encontrar un centro grande (porque en Google Mapas aparecía como un recinto importante) y la verdad es que es bastante pequeño. Estaba compuesto por edificios de planta baja... dadas las dimensiones y población de Rio, era un hospital totalmente insuficiente (digo era, porque no sabemos si tras los Juegos lo ampliarían). El caso es que entramos en uno de esos edificios, (que parecían casetas de obra) y una desganada recepcionista nos dijo que no tenían vacunas de la rabia..... ¿¿¿Cómo??? Le dijimos que habíamos llamado por teléfono y que nos habían dicho que sí tenían, pues ella insistió que no y que no. Recuerdo que el miedo invadió mi cuerpo en esos momentos, me bloqueé bastante y cuando salimos del "hospital" me eché a llorar ... ¿y ahora qué? ¿Otra vez llamar al seguro? ¿otra vez a esperar mil años su respuesta? Entonces fue Diego quien dijo que pasáramos del seguro, que no nos estaban facilitando NADA la vida y me preguntó por aquel Centro Privado de vacunación que encontré en Internet, que se llamaba Vaccini. Llamó por teléfono y les preguntó como buenamente pudo usando portuñol que si tenían mi vacuna. Contestaron que sí y que además estaban abiertos, así que volvimos a coger un taxi y regresamos a Copacabana. Yo estaba bastante preocupada, si en este sitio no encontrábamos la vacuna, la cosa iba a ser muy, muy seria...
Este centro privado de vacunación estaba dentro de un centro comercial, y sí, disponían de la dosis de la vacuna que me tocaba ponerme, al "módico" precio del equivalente a 40 euros (que pagamos de nuestro bolsillo y el seguro jamás reembolsó porque ellos no habían autorizado en ningún momento esa atención médica... pero bueno, eso forma parte de la odisea post-viaje en la que me vi envuelta para acabar la vacunación en España...) Las vacunas en territorio brasileño quedaron concluidas por fin.
Después de echar prácticamente la mañana entera, decidimos hacer cambio de planes con respecto de nuestras visitas. Tras comer algo en una lanchonette, decidimos que por la tarde visitaríamos el Jardín Botánico y el Lago Rodrigo Freitas, ambos en la zona de Ipanema. Para llegar hasta allí, decidimos coger un bus y, una vez más, como cuando llegamos al aeropuerto, la maravillosa hospitalidad de los cariocas volvió a sorprender a nuestra mentalidad europea de una manera muy grata.
Sabíamos que para llegar hasta allí podíamos coger el Ómnibus 584, pero después había que caminar y la verdad es que nos hicimos un poco de lío... Le preguntamos al conductor, pero no sabía explicarnos muy bien (o más bien nosotros no le entendíamos) Una señora que viajaba en el Ómnibus nos dijo que nos bajáramos con ella, que tenía que coger un taxi y pasar cerca del Botánico, que no le importaba para nada compartir el taxi con nosotros. Y así hicimos. Nos contó que iba a visitar a su padre, que vivía por la zona e incluso se disculpó porque llevaba pescado fresco recién comprado para hacer la cena, por si nos molestaba el olor!! Nos dejó en la puerta del Botánico y no quiso aceptar que le pagásemos parte del taxi.... Sinceramente, estas cosas no pasan en Europa, ojalá todo el mundo fuera así de gentil y amable!!
La entrada al Jardín Botánico es muy económica, cuesta 15 reales.
En los años de la independencia de Brasil, el jardín estuvo abandonado, pero se reabrió en 1822. Gracias a Leandro de Sacramento, el Jardín aumentó sus especies de una forma considerable y las plantas fueron catalogadas.
El Jardón Botánico cuenta con la colección de cactus más grande de todo Brasil, una sección con plantas del Amazonas, un jardín japonés, un invernadero con plantas carnívoras, una zona de plantas medicinales y lo que más me gustó, el orquideario con más de 600 especies distintas de bellas orquídeas.
Plantas herbáceas del Amazonas:
Helicônia (izda.) y Arácea (derecha)
Algunos ejemplares de orquídeas... imposible elegir una favorita!!
Algunos ejemplares de plantas carnívoras:
Estatua del jardín japonés |
Zona del Amazonas
Un punto importante del Jardín es la Aléia das Palmeiras, flanqueada por palmeras centenarias de más de 30 metros de altura. Al final del paseo se llega a la antigua fachada de la Academia de Bellas Artes.
Después de nuestra visita al Jardin, nos fuimos caminando a la Lagõa de Rodrigo Freitas. Como podéis ver en el mapa, nos quedaba muy cerquita del Jardín Botánico.
Fuente: Google Maps |
Con motivo de la Navidad, en el centro del lago había un árbol navideño flotante, que por las noches es iluminado.
Pasamos también por delante de esta isleta, que era un club privado al que se accedía con un barquito.
Después de la estresante mañana, nos vino fenomenal el día de visitas al aire libre y naturaleza. Volvimos al hotel dando un largo pero agradable paseo. Había que planificar las visitas del día siguiente!
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(C) 2019 Cristina Díaz del Campo
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